La eliminación del hasta ayer invencible Barcelona a manos del Inter italiano -pese al triunfo local por 1-0 con gol de Piqué a los 84 minutos-, la celebraron tanto en Milán como en Madrid.En la urbe italiana, porque los hinchas neroazurri podrán ver a su equipo jugar la primera final continental en 38 años, desde la temporada ’71-’72 (derrota ante Ajax) y con la opción de ganar la tercera “Orejona”, como se le conoce al trofeo europeo de clubes, tras los títulos ’63-’64 (victoria ante Real Madrid ) y ’64-’65 (frente a Benfica).
Y en la capital española porque los hinchas del Real Madrid sufrían con la opción de que el archirrival diera su segunda vuelta olímpica europea consecutiva y para peor en su propio estadio, el Santiago Bernabéu, definido de antemano como escenario de la final de Champions League, el sábado 22 de mayo.
También el DT chileno de los merengues, Manuel Pellegrini, ha de haber dado un espacio, en privado claro está, a la satisfacción por no tener más que luchar ante la sombra del mejor Barça de la historia y con la chance cierta de darle otra palada de tierra en caso de ganarle la liga local. Y quién sabe si eso le abre la puerta a la prolongación de su contrato. Pero esa es otra historia.
La que por ahora cuenta es la de ayer en el Camp Nou, donde el Inter llegó con la ilusión a tope por el triunfo 3-1 conseguido la semana anterior en el Giuseppe Meazza. Esto más allá de las “bravuconadas” de los catalanes prometiendo hacer vivir un infierno a los itálicos, aunque en rigor finalmente en el elenco visitante sólo alinearon extranjeros (cuatro argentinos y cuatro brasileños fueron titulares).
No fue fácil la labor interista, que en el resumen registró un paupérrimo 25% de tenencia del balón contra 75% del rival, aunque la disposición defensiva estuvo motivada por la ventaja en el marcador global y por la temprana expulsión de Thiago Motta a los 28’.
Inter se dedicó a aguantar, apostando por cortar los aceitados circuitos del elenco catalán, donde nada pudo hacer Lionel Messi, por lo general el abrelatas ante estos dispositivos ultradefensivos.Pese a la crítica de la afición del Barcelona, el técnico de los lombardos José Mourinho, autor intelectual del logro justificó su pragmatismo.
“Yo no quería la posesión del balón. En la ida (en Milán) quisimos jugar cerca de su área y aquí sólo quisimos defender”, señaló el estratego portugués, quien hace apenas dos años perdió una final de Champions, cuando dirigía al Chelsea, por penales ante el Manchester United.
Respecto a sus festejos, que generaron un altercado con el meta del Barça Víctor Valdés, comentó que “él pensaba que estaba celebrando de forma negativa contra el público, pero yo estaba con los seguidores del Inter y estoy en mi derecho”.
Inter animará una final inédita ante el Bayern Munich, que eliminó al Olympique Lyon en la otra semifinal.
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