Finalmente el Santos se dio el gusto,rompió el maleficio y luego de 48 años levantó el trofeo de la Copa Libertadores 2011.
En la cancha la figura juvenil de Neymar saltaba de alegría entre abrazos y cánticos, en la tribuna preferencial del Pacaembú Pelé se brazaba con miembros de la dirigencia del flamante campeón copero.
Entre emociones y vaya a saber qué síntomas más, Pelé habrá pensado “era hora”. Y si, ya era hora que su Santos renueve la chapa del título y el presente le haga un simbólico corte de mangas al pasado para decirle: ´Hasta acá, de ahora en más hay una fecha reciente con un jugador de los tiempos actuales´.
Fue 2-1 en el Pacaembú, colmado de aficionados santistas y fieles hinchas de Peñarol que aspiraban a la sexta copa de su historia. Fue la reedición de aquel lejano duelo de 1962, definido en tres partidos y que le dio al Santos de Pelé su primer título de Libertadores, el segundo lo logró un año después al vencer a Boca Juniors, el Boca de Antonio Rattín, Angel Rojas, José Sanfilipo, Silvio Marzolini y Antonio Roma, entre otros.
Desde 1963 a la fecha nada. Ni con Robinho y Diego pudo el Santos coronarse, hasta que aparecieron Neymar, Ganzo y Danilo y la historia volvió a escribirse tras un partido áspero, emotivo, de dientes apretados y muchos roces.
Al Santos no le sobró nada para llevarse el título. Peñarol fue un oponente duro que tal vez cometió el error de no poder ganar en la ida en Montevideo y resignarse a un empate sin goles que a la postre benefició al club brasileño.
Fue una final de aquellas entre dos históricos que le dieron una buena cuota de estirpe a la copa, otra vez el fútbol del cono sur en una definición del certamen más antiguo de clubes del planeta fútbol.
Neymar aportó lo suyo, plasticidad, toques dúctiles y un gol, el primero que abrió la noche paulista y le dará mayor cotización a su talento futbolero. Anotar en un juego así sube el valor de las acciones y queda preguntarse hasta cuando el propio jugador, su familia, el Santos y la Confederación Brasileña podrán seguir rechazando las ofertas multimillonarias que continúan llegando a las oficinas del club de Villa Belmiro.
El cierre del partido fue un bochorno. Los jugadores de Peñarol, y algunos del Santos, enfrascados a golpes por una supuesta cargada de hinchas del Santos al final del juego a jugadores del club charrúa en pleno campo de juego.
Ahí en el Sur del fútbol los ánimos siempre están caldeados cuando se definen torneos semejantes, piénselo como usted quiera pero guste o no, esas broncas son parte de la historia folclórica de la Libertadores.
Hace casi medio siglo el otro Santos, el de Pelé y Zito, y el otro Peñarol, el de Tito Goncalvez y Alberto Spencer también se dieron y de lo lindo. O sea, cambiaron los nombres pero el ambiente caldeado sigue siendo el mismo.
En definitiva el Santos es el campeón de la Libertadores 2011, si señor, el tercero en su vitrina, el décimo para Brasil con 19 finalistas en los últimos 20 años, nada mal.
Me quedo con la mejor imagen del final, el abrazo de Pelé con Neymar, ayer y hoy bajo el mismo signo futbolero.
Medio siglo después la historia volvió a repetirse con un Santos que presentó etiqueta nueva.
En la cancha la figura juvenil de Neymar saltaba de alegría entre abrazos y cánticos, en la tribuna preferencial del Pacaembú Pelé se brazaba con miembros de la dirigencia del flamante campeón copero.
Entre emociones y vaya a saber qué síntomas más, Pelé habrá pensado “era hora”. Y si, ya era hora que su Santos renueve la chapa del título y el presente le haga un simbólico corte de mangas al pasado para decirle: ´Hasta acá, de ahora en más hay una fecha reciente con un jugador de los tiempos actuales´.
Fue 2-1 en el Pacaembú, colmado de aficionados santistas y fieles hinchas de Peñarol que aspiraban a la sexta copa de su historia. Fue la reedición de aquel lejano duelo de 1962, definido en tres partidos y que le dio al Santos de Pelé su primer título de Libertadores, el segundo lo logró un año después al vencer a Boca Juniors, el Boca de Antonio Rattín, Angel Rojas, José Sanfilipo, Silvio Marzolini y Antonio Roma, entre otros.
Desde 1963 a la fecha nada. Ni con Robinho y Diego pudo el Santos coronarse, hasta que aparecieron Neymar, Ganzo y Danilo y la historia volvió a escribirse tras un partido áspero, emotivo, de dientes apretados y muchos roces.
Al Santos no le sobró nada para llevarse el título. Peñarol fue un oponente duro que tal vez cometió el error de no poder ganar en la ida en Montevideo y resignarse a un empate sin goles que a la postre benefició al club brasileño.
Fue una final de aquellas entre dos históricos que le dieron una buena cuota de estirpe a la copa, otra vez el fútbol del cono sur en una definición del certamen más antiguo de clubes del planeta fútbol.
Neymar aportó lo suyo, plasticidad, toques dúctiles y un gol, el primero que abrió la noche paulista y le dará mayor cotización a su talento futbolero. Anotar en un juego así sube el valor de las acciones y queda preguntarse hasta cuando el propio jugador, su familia, el Santos y la Confederación Brasileña podrán seguir rechazando las ofertas multimillonarias que continúan llegando a las oficinas del club de Villa Belmiro.
El cierre del partido fue un bochorno. Los jugadores de Peñarol, y algunos del Santos, enfrascados a golpes por una supuesta cargada de hinchas del Santos al final del juego a jugadores del club charrúa en pleno campo de juego.
Ahí en el Sur del fútbol los ánimos siempre están caldeados cuando se definen torneos semejantes, piénselo como usted quiera pero guste o no, esas broncas son parte de la historia folclórica de la Libertadores.
Hace casi medio siglo el otro Santos, el de Pelé y Zito, y el otro Peñarol, el de Tito Goncalvez y Alberto Spencer también se dieron y de lo lindo. O sea, cambiaron los nombres pero el ambiente caldeado sigue siendo el mismo.
En definitiva el Santos es el campeón de la Libertadores 2011, si señor, el tercero en su vitrina, el décimo para Brasil con 19 finalistas en los últimos 20 años, nada mal.
Me quedo con la mejor imagen del final, el abrazo de Pelé con Neymar, ayer y hoy bajo el mismo signo futbolero.
Medio siglo después la historia volvió a repetirse con un Santos que presentó etiqueta nueva.
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